miércoles, 25 de febrero de 2009

¿Queremos estar sanos?

Cuando estamos enfermos hay una perturbación en el equilibrio que debe existir entre nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu. Y sufrimos por ello. Puede ser a través de un dolor, de una deformación o de la simple convicción de estar dañados. Pero, en definitiva, perdemos felicidad.

No estar sanos puede ser la consecuencia de malos hábitos, que hemos adquirido por no darle importancia a nuestro cuidado. Al mismo tiempo, esta condición es un llamado de auxilio del organismo para que modifiquemos esas costumbres que nos hacen daño y evitemos un mal mayor. Si es así, debemos identificar ese hábito y modificarlo para mejorar nuestro bienestar.

La enfermedad puede ser una alerta para darnos cuenta de que debemos modificar algo significativo en nuestras decisiones. O bien puede ser necesaria esta limitación para descubrir algo de más trascendencia. Puede ser un elemento substancial para cumplir con nuestra misión. Muchas personas encuentran la razón de su vida tras un accidente u otro problema de salud grave.

Esto es más difícil de descubrir y asumir, pero también puede ser un hábito en sí mismo, para desligarnos de las responsabilidades que tenemos con el mundo o recibir beneficios por nuestra situación. Estar enfermo puede hacer la vida más difícil, pero, de igual forma, puede hacerla más fácil en algún sentido específico, si cerca de nosotros hay quienes nos reemplazan en tareas que fueron nuestras o nos prestan más atención. Incluso puede llegar a ser una forma de manipular el entorno. El problema es que es una forma de obtener el objetivo que no nos aporta felicidad.

No me malinterpreten, aquí no hay maldad por parte del enfermo, sólo necesidades que se canalizan mal. Nadie quiere sufrir o hacer sufrir conscientemente. Muchos de estos procesos son inconscientes. Y, a veces, además, muy difíciles de analizar. Pero, en cualquiera de los casos anteriores, ha habido múltiples elecciones que hemos hecho que han influido en nuestro estado. Todos podemos revisar nuestras vidas y cómo las hemos estado viviendo para comenzar con algunos cambios refrescantes.

Darnos cuenta de qué cosas son primordiales para nosotros, y cuáles no…es un buen punto de partida. Priorizar nos permite desechar la paja y conservar el grano. Seguimos construyendo nuestras vidas, día a día, con las decisiones que tomamos hoy y las que tomaremos en los próximos días y años. Y con las que dejamos de tomar, porque esa pasividad también es una opción.

Es importante no olvidar que, asimismo, hay trastornos que sólo cumplen con el rol de ayudarnos a partir de este mundo. En tal caso, debemos considerarlas como la oportunidad de preparar nuestra partida y no dejar cosas elementales inconclusas.

Es bueno revisar las dolencias que nos acompañan, puede ser que descubramos algo de lo que he mencionado. En tal caso, debemos hacer las correcciones del caso, para no eternizar las dificultades que podamos tener para cumplir con nuestra misión. Y porque sin enfermedades podemos ser más felices y vivir mejor.

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