domingo, 17 de mayo de 2009

De algo hay que morirse...

Cuando los profesionales de la salud recomendamos dejar el cigarrillo, hacer ejercicio o cuidar la dieta muchas personas manifiestan su intención de no trabajar por su salud con una frase que todos hemos escuchado: “De algo hay que morirse”.

Con esta manida frase la persona está declarando una intención de suicidarse, pero no está consciente de ello y por lo tanto no puede hacer nada para solucionar la situación. Es como decir: “Estoy trabajando de esta forma para poder llegar a morir lo más pronto posible”.

Sin embargo, hay un profundo error en asumir que si no modificamos nuestro estilo de vida moriremos sin dolor ni sufrimiento. Lo que en realidad estamos acercando es un período de invalidez, que tal vez no nos acomode tanto. La ciencia médica ha avanzado mucho, de manera que tener un infarto o un accidente vascular casi nunca significa muerte. Pero cada vez que se muere un trozo de cerebro o de corazón la persona pierde capacidades para vivir y disfrutar.

No hacerse responsable de lo que puede suceder con nuestra salud tiene una consecuencia agregada. Personas que decimos querer quedarán con una pesada carga a causa de nuestra negligencia. Tendrán que abandonar parte de su propia vida para hacerse cargo de una persona que trabajó para quedar inválida. Tendrán que dedicar parte de su presupuesto para pagar servicios y productos que nadie disfrutará, que sólo servirán para mantener las ya malas condiciones de vida de una persona que quedó inválida porque no se preocupó de cambiar un par de hábitos.

Sin duda que nos moriremos en algún minuto, pero no siempre será por la causa que hemos anticipado. Estamos acá para cumplir una misión y aprender algunas lecciones. No moriremos antes de que se cumpla nuestro ciclo. Pero podemos esperar ese momento sanos y con capacidad de ser felices… o inválidos, autocompadeciéndonos y dificultando la vida de los que amamos.

Los invito a descubrir qué deseamos realmente para nuestro futuro. Seguramente muchos de ustedes decidirán vivir mejor. Puede encontrar alguna ayuda en www.estilosaludable.org

miércoles, 6 de mayo de 2009

Redescubramos el sonido del silencio

Nos hemos desacostumbrado al silencio. Vivimos en un mundo de ruidos que no nos permite escuchar el silencio muy a menudo.
El ruido nos mantiene en constante preocupación por lo que ocurre a nuestro alrededor.
Sin embargo, el silencio es sanador, necesario y nos permite encontrarnos con nosotros mismos.

El silencio nos permite generar intimidad con nosotros mismos, contarnos qué queremos, de qué estamos desilusionados, qué deberíamos cambiar para ser más felices, qué valoramos, qué somos, qué dones nos han sido concedidos. Y nos permite agradecer. Por lo que somos, por lo que hemos vivido, por las personas que están a nuestro alrededor.

Sólo si somos capaces de estar en silencio con nosotros mismos podremos llegar a disfrutar del silencio compartido, una forma de intimidad con el ser amado que sólo disfrutan aquellos que están en paz consigo mismos.

Busquemos instancias para estar en silencio, reencontrarnos y reencantarnos con lo que somos. Viviremos mejor.