domingo, 22 de junio de 2014

¿Por qué hacemos las cosas?

El ser humano tiene diversas motivaciones para hacer las cosas. Y todas pueden ser legítimas en algún minuto. Por más exóticas que parezcan.

Para sentirnos más importantes
Esto tiene que ver con una sensación interna, con una necesidad de trascendencia que suele sacar lo mejor de nosotros. No es malo querer sentirse importante. De hecho, siempre llega un momento en que descubrimos que somos importantes para el funcionamiento del universo, no importa cuál sea nuestro rol, porque todos los aportes son importantes, y ese momento trae calma. A veces elegimos mal la tarea, pero en la ocasión siguiente eso puede mejorar. Para obtener reconocimiento El reconocimiento tiene que ver con sentir que para el resto somos importantes. Esto no es malo, porque vivimos en comunidades. Las comunidades son redes de relaciones que debemos tratar de preservar. Para mantener el respeto de los demás, contamos cosas, hacemos cosas. Es una forma de asegurar valor para el grupo.

Para buscar un lugar de pertenencia
Todos debemos pertenecer. Familia, grupo social, gremio, ciudad, proyecto, etc. Esta necesidad gregaria de estar con otros porque inconscientemente reconocemos el valor de la red de apoyo es tan fuerte, que a veces pertenecer a un mal grupo es mejor que quedar solo. Sin duda, para evitar la exclusión a veces elegimos mal el grupo al que pertenecer o la estrategia para mantenernos dentro, pero podemos aprender.

Para sentirnos dueños de un trozo de la verdad
La búsqueda de la verdad es inherente al espíritu humano. Todos la valoramos, todos la queremos. Y qué glorioso el momento en que creemos descubrir su perfil. Es fácil presumir de medias verdades atractivas. Y difícil acercarse a verdades más profundas ¿quién puede culpar a alguien que se aferra a esa ventana que lo acerca una verdad, por pequeña que sea?

Por dinero
Suena feo ¿no es verdad? Sin embargo trabajamos cotidianamente por dinero, porque lo necesitamos para pagar la educación de los hijos, pagar el lugar donde vivimos, alimentarnos. Si no hacemos nada a cambio de dinero, a menos que tengamos la rara condición de heredero, corremos el riesgo de salirnos de la sociedad. Acá se trata sólo de no hacer por dinero aquello que es inadecuado.

Porque creemos que es la decisión correcta
Esto que parece la mejor razón puede llevarnos a fanatismos terriblemente peligrosos. Hay que cuidarse de llegar a hacer todo porque es lo correcto. Si llegamos a ello, seguro hacemos muchas cosas incorrectas!

Porque queremos reparar una situación que parecía injusta
A veces dejamos que nuestros dolores comanden nuestras decisiones. Demás está decir lo peligroso que puede ser…

Lo que me parece más importante de todos estos pensamientos, es que ninguna de estas razones es un insulto en sí misma ni nos hace buenos en forma automática. Un comentario reciente, de una persona que se sintió insultada por un comentario que trataba de explicar su conducta, me hizo reflexionar al respecto. La comunicación es una difícil cosa. Pero es bueno que llevemos dentro la convicción de que cuando atribuimos o descartamos alguna de estas razones en relación con algún proceder, no está, necesariamente, la intención de dañar. Por lo que no debe ser considerado una ofensa. Y por otro lado, si alguien trata de explicar una conducta nuestra con alguno de estos argumentos, sentémonos a pensar un momento. Tal vez tiene razón. Y no es malo, necesariamente. Y si de salud hablamos, reflexionemos sobre la posibilidad de permitirnos algunas de esas razones (por más que lo hayan dicho feo) y dejemos ir lo que no nos permite crecer ni ser felices.

sábado, 30 de julio de 2011

Juntémonos

Una de las cosas más sanadoras que existe es compartir con personas que queremos y que sabemos que nos quieren. Compartir con amigos que nos escuchen, nos acompañen o nos hagan sentir importantes, es vital para nuestra salud. El ser humano es gregario por naturaleza, necesitamos ser parte de una red. Todos los problemas se sienten más pequeños si los compartimos con gente contenedora. Todas las ideas se afinan y crecen si nos ayudan personas que desean nuestro éxito. Por último, el sólo hecho de tocarse ha demostrado que tiene un efecto anti-estrés en el humano.

Pero no todas las relaciones hacen bien.

Debemos elegir personas positivas, que nos quieran, que sepamos honestas con nosotros. Y que deseen ser parte de nuestras vidas. Más de una vez he escuchado personas que se quejan de alguien que les genera muchos problemas sin que, aparentemente, les aporte nada bueno. Pero insisten en mantener la relación. ¿No sería mejor dejar que esa persona siga su camino y buscar alguien que nos respete? No hay que olvidar que todas las relaciones que tenemos son elegidas y construidas por nosotros. Lo que la relación nos da… es lo que hemos aceptado. Pero… ¿es lo que queremos seguir aceptando? Es nuestra responsabilidad escoger las personas de quienes vamos a depender emocionalmente.

Por otro lado, debemos estar conscientes de lo que nos ocurre en el grupo. La velocidad con que vivimos nos obliga a pasar por nuestros días en forma automática, cumpliendo obligaciones, repitiendo rutinas. Y eso nos adormece un poco, como también puede hacerlo un exceso de alcohol, el uso de drogas o una baja autoestima. Pero cuando estamos con amigos necesitamos claridad respecto a lo que está ocurriendo, para aprovechar contactos emocionales de buena calidad. Si no nos sentimos contenidos, optimistas, queridos, probablemente no estamos en el lugar correcto. Pero sólo lo detectaremos y podremos corregirlo si no entorpecemos nuestra conciencia.

Juntémonos, pero con amigos que elegimos y que creemos que vale la pena cuidar.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Feliz navidad

¿Por qué necesitamos una fecha importante para decirle, a quienes queremos, lo que sentimos? ¿Por qué esperamos una fiesta especial para regalar esa parte de nuestra alma que hubiéramos querido entregar antes?

Imagino que a los seres humanos nos cuesta fluir. Y necesitamos de estas fiestas para que nos lleven de la mano y nos acerquen a ese ser que normalmente simplemente está.

La navidad rememora uno de los eventos más importantes para el mundo occidental. Pero también es una instancia para suavizar diferencias y mostrar algo de nuestros afectos.

En este mundo civilizado sujetamos nuestros cariños por diversas razones. Puede que no nos interpreten correctamente. Puede ser que quedemos en una posición muy vulnerable frente al otro. Puede ser que no vaya con el rol que estamos desempeñando. Puede ser que nos rechacen. Puede ser que despertemos celos inconvenientes. Puede ser que pensemos que no tenemos derecho a sentir de la forma en que lo hacemos. Y con cualquiera de estas razones alejamos momentos de intimidad y de alegría.

Es difícil atreverse a construir puentes. No conozco una receta para conseguirlo. Pero sé que me gustaría que se lo propusieran conmigo. Tal vez eso me sirva para adquirir el coraje de hacerlo yo.

Feliz Navidad, que todos podamos crear o descubrir caminos a los sentimientos de los que nos importan.

sábado, 24 de julio de 2010

¿Existen las coincidencias?

Muchas veces he comentado que estoy segura de que las coincidencias no existen. Creo que el universo facilita las cosas que tienen que ser. Sin embargo, creo que es muy difícil darse cuenta de qué es lo que uno debe decidir cuando se le presentan estas ventanas de decisión que a veces llamamos coincidencias. Podemos darnos cuenta de que algo importante está frente a nosotros. Podemos darnos cuenta de que ese algo espera alguna acción de parte nuestra. Pero darnos cuenta de qué es lo que debemos hacer es mucho más difícil de lo que parece a simple vista.

Ojalá pudiera iluminarnos alguien sobre el camino que debemos tomar. Pero aquí es donde entra el libre albedrío. Y cada cual debe resolver solo cómo enfrentar estos retos del universo.

Podemos tomar la actitud pasiva, quedarnos en nuestra zona de confort, lo conocido, bueno o malo. Para no enfrentar el miedo a lo desconocido. No hacer cambios es también una toma de decisión. Igual se ha elegido un camino. Aunque a veces no visualizamos que también habrá consecuencias. Y muchas veces ni nos damos cuenta de que tomamos una determinación.

O podemos crear algo a partir de estos momentos que gatillan la duda, el asombro. Y claro, acá nos encontramos frente al misterio más absoluto. Este enigma da susto. Y el susto se mezcla con la duda sobre la propia capacidad de resolver los hechos correctamente. Es difícil tomar buenas decisiones. Siempre hay una renuncia asociada y los humanos no queremos perder nunca nada. Pero tomar el riesgo puede ayudarnos a crecer. Tal vez pueda ayudar un amigo, de esos que nos dicen las cosas que pueden ayudarnos, aunque nos incomoden. No siempre es rápido o fácil este proceso.

Como consuelo, puedo contarles que las coincidencias volverán a ponernos en el camino esos asuntos que debemos resolver de una forma diferente. Por otro lado… también puede ocurrir que nos llevemos una vida entera recibiendo esas coincidencias, sin atinar nunca a tomar la decisión correcta.

viernes, 16 de julio de 2010

El amor fluye por las almas

Quisiera rendir un pequeño homenaje a un hombre bueno, que crió con amor y sabiduría hijos que no llevan su sangre. Como él, sé que hay otros hombres y mujeres que han abierto su corazón a hijos que no llevan sus cromosomas. Y quiero hacer extensivo a ellos este pequeño homenaje. Porque con su amor incondicional hacen mejor este mundo y nuestras vidas.
Es verdad, cuando un niño es hijo de la mujer o del hombre que uno ama, es fácil amarle también. Pero algunos de estos niños se adueñan del corazón de hombres y mujeres que los crían sin tener nexo ninguno. Y aún así fluye amor. Hay quienes no reconocen familia si no hay lazos biológicos. Pero la biología no trae, necesariamente, amor en el mismo paquete. Existen familias biológicas bellas, unidas, incondicionales. Pero también las hay que se desparraman por el mundo sin raíces profundas en ningún afecto.
Qué misterio éste del amor. ¿Por qué a veces la placidez de un bebé, la sonrisa de un niño, nos llena el alma de futuro? ¿Por qué otras veces un niño que nos fue dado por la naturaleza no consigue que inventemos una vida para él?
No es que desprecie los vínculos biológicos. Tengo dos hijas que llevan mi sangre y las amo entrañablemente. Pero creo que sólo constituyen uno de los caminos. El amor, finalmente, fluye de alma en alma.

martes, 6 de julio de 2010

Cuando nada más cabe... creer en Dios es la respuesta

Siempre he sentido que mi vida es privilegiada. Tengo hijas preciosas, mi trabajo me encanta, mis amigos son excepcionales. Todos los días parten con un gran deseo de vivir lo que me traiga el destino.

Tal vez por eso, el dolor inmenso que me llegó ayer desestructuró mi vida. Muchas cosas siguen igual, reuniones, compromisos, tareas, en una secuencia automática que desdibuja un poco la realidad. Pero algo dentro del alma cambió para siempre. Este dolor extiende sus brazos más allá de mis límites y va a unirse a otra pena gigantesca que roba deseos de vivir. Es como si se alimentara del horizonte y sólo se expandiera. Crece con cada pensamiento, no madura, no se va.

Hoy en la mañana, mientras miraba por mi ventana, esperando que el amanecer dibujara contra el cielo una imagen tranquilizadora, pensaba en lo frágil que puede ser la felicidad, la vida misma.

Todavía no comprendo este sufrimiento. Ya llegará, imagino, el entendimiento. Sólo sé que, en estos momentos, lo único que le queda al alma es creer en Dios.

miércoles, 30 de junio de 2010

Las finanzas y las relaciones interpersonales

Aprender a usar racionalmente el dinero tiene que ver con la inteligencia, sin duda. Si yo no consigo entender cuánto puedo gastar, no voy a ordenar mi presupuesto. Pero, a veces, también tiene que ver con las relaciones humanas y esa compleja forma de convertir en actividades cotidianas nuestros más profundos deseos o problemas.

Una mujer que depende de un hombre que, en realidad, no quiere apoyar, puede demostrar su rabia o su indiferencia descompensando su presupuesto. O puede hacerle creer que debe depender de él, para no tener que darse el trabajo de generar su propio ordenamiento o poder atarle de una forma poco sana.

El marido que no quiere que su mujer trabaje muchas veces evita, en realidad, que ella adquiera destrezas en áreas que fueron su propia caja negra.

Un hijo puede usar los gastos desmedidos como una forma de llamar la atención de sus padres. No siempre la búsqueda de afecto de los hijos usa los caminos apropiados.

Si la persona para la que van intencionados estos mensajes subliminales no los comprende, el problema se eterniza y no se resuelve nada.

A veces, también, nuestra forma de ahorro (o no ahorro) puede mostrarle al mundo nuestros más profundos condicionamientos respecto a la vida.

Y entonces somos nosotros mismos los que debemos leer el mensaje. Tal vez, revisar nuestra forma de tomar decisiones respecto al dinero o el significado que le damos a algunos gastos…

Nuestra sociedad valora las finanzas como un punto central en nuestra forma de vivir. Son, por lo mismo, muy pocas las relaciones que pueden establecerse con cierta independencia emocional del tema. No nos queda más que aprender a leer los mensajes envueltos en materias financieras y tomar las decisiones correctas a partir de lo que desciframos. Esto puede ayudarnos no sólo a tener finanzas más saludables, sino también a tener relaciones más saludables. En definitiva, a vivir mejor.