miércoles, 30 de junio de 2010

Las finanzas y las relaciones interpersonales

Aprender a usar racionalmente el dinero tiene que ver con la inteligencia, sin duda. Si yo no consigo entender cuánto puedo gastar, no voy a ordenar mi presupuesto. Pero, a veces, también tiene que ver con las relaciones humanas y esa compleja forma de convertir en actividades cotidianas nuestros más profundos deseos o problemas.

Una mujer que depende de un hombre que, en realidad, no quiere apoyar, puede demostrar su rabia o su indiferencia descompensando su presupuesto. O puede hacerle creer que debe depender de él, para no tener que darse el trabajo de generar su propio ordenamiento o poder atarle de una forma poco sana.

El marido que no quiere que su mujer trabaje muchas veces evita, en realidad, que ella adquiera destrezas en áreas que fueron su propia caja negra.

Un hijo puede usar los gastos desmedidos como una forma de llamar la atención de sus padres. No siempre la búsqueda de afecto de los hijos usa los caminos apropiados.

Si la persona para la que van intencionados estos mensajes subliminales no los comprende, el problema se eterniza y no se resuelve nada.

A veces, también, nuestra forma de ahorro (o no ahorro) puede mostrarle al mundo nuestros más profundos condicionamientos respecto a la vida.

Y entonces somos nosotros mismos los que debemos leer el mensaje. Tal vez, revisar nuestra forma de tomar decisiones respecto al dinero o el significado que le damos a algunos gastos…

Nuestra sociedad valora las finanzas como un punto central en nuestra forma de vivir. Son, por lo mismo, muy pocas las relaciones que pueden establecerse con cierta independencia emocional del tema. No nos queda más que aprender a leer los mensajes envueltos en materias financieras y tomar las decisiones correctas a partir de lo que desciframos. Esto puede ayudarnos no sólo a tener finanzas más saludables, sino también a tener relaciones más saludables. En definitiva, a vivir mejor.

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