domingo, 20 de septiembre de 2009

Somos dueños de nuestro cuerpo

Lo que hagamos de nuestro cuerpo es el resultado de las decisiones que tomamos a diario.

Somos dueños de elegir a quien acariciar, con quien hacer el amor, a quien evitar. También lo somos de elegir subir por el ascensor o por la escala, de salir a caminar o quedarnos aferrados al control remoto. No podemos culpar a otros si alguna de estas decisiones no fue acertada… aunque podemos corregirla en oportunidades futuras.
Está en nuestras manos desarrollar un cuerpo con el que podamos sentirnos cómodos. Cuidemos nuestro organismo, porque hace posible que cumplamos nuestra misión, que disfrutemos del placer… es la herramienta para hacer nuestro camino y llegar a descubrir la felicidad.

Alimentarse bien es el primer paso. Seleccionar alimentos saludables y dejar pasar aquellos que nos hacen daño. No hablo de adelgazar, engordar o modificar centímetros, sino de no darle menos trabajo a nuestro organismo, de cuidar nuestro nivel de energía.

El descanso nos permite recuperar las energías gastadas durante el día. Duerma bien, no importa que haya tenido un día laboral o de esparcimiento. El número de horas de sueño necesarias varía de persona en persona, pero cada cual sabe, más o menos, cuánto requiere dormir cada noche para estar bien.

Observe su postura. A unos nos cuesta más que a otros mantenerla en forma correcta, pero la ayuda de nuestros seres queridos nos puede permitir hacer la costumbre. Esto desgastará menos nuestro sistema músculo-esquelético.

Sea el maestro de sus gestos. Los gestos, como nuestra postura, van modelando nuestra relación con el entorno. Sonría. Es imposible mantener la amargura mucho rato si comenzamos a sonreír. Y nuestro día va a mejorar aún más cuando nos sonrían de vuelta.

El lenguaje parece más sutil, pero seleccionar las expresiones que usaremos nos conducirá por el camino que deseamos (o por aquel que no queremos, si no ponemos esmero es nuestra elección)

Independientemente de las habilidades físicas con que hayamos nacido, siempre habrá alguna forma de hacer ejercicio. Con seguridad habrá alguna actividad agradable que podemos practicar, pasear con el perro, salir en bicicleta con el hijo o la hija, caminar con la pareja, inscribirse en el gimnasio con algún amigo, jugar al tenis con alguien de la oficina…

Revisemos los hábitos que podemos cambiar para tratarnos mejor. Tal vez podamos usar la escalera en vez del ascensor, llevar menos trabajo a casa, beber menos, caminar parte del camino al trabajo, dejar de fumar, administrar mejor nuestro tiempo, jugar más.

Por último, y tal vez lo más importante, debemos velar porque nuestro cuerpo haga lo que nuestro espíritu desea y no se deje llevar por los estímulos equivocados. Ni esos instintos que a veces parecen dominarnos, ni esas personas que intentan inducir conductas que les benefician a ellos…Nosotros somos los dueños de nuestro cuerpo.

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