miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Por qué sentimos hambre?

El organismo necesita recibir muchas sustancias para poder mantener el equilibrio, reparando lo que se daña, reemplazando lo que se destruye. Estas sustancias están repartidas por la naturaleza. Ningún alimento contiene todos los nutrientes que debemos recibir. Debemos mezclar diferentes fuentes de nutrientes para poder completar los requerimientos diarios.

Nuestro cuerpo es capaz de leer qué ingresa y qué falta. Como el hambre es una señal que envía el cerebro para que busquemos alimento, la enviará mientras nos falte alguno de los nutrientes, aunque hayamos consumido muchas calorías. Porque no es la cantidad de calorías lo que quita el hambre. Sólo si le damos al organismo lo que necesita dejará de enviar estos mensajes.

Por otro lado, por la disponibilidad de alimentos en el mundo moderno, nos hemos acostumbrado a comer en ciertos horarios o circunstancias no directamente relacionadas con el hambre. Eso hace que ya no seamos expertos en descifrar qué es hambre. Y muchas veces confundimos con hambre otras sensaciones. La sed es una de ellas. Una persona que consume poco agua tendrá, seguramente, sed a lo largo del día, lo que puede calmarse, al menos parcialmente, con algunos alimentos que contienen agua, pero regresará para hacernos ingerir más agua. Si interpretamos mal esta sensación, podremos comer muchas calorías sin sentido alguno. Hay sensaciones menos asociadas a elementos físicos; como urgencias, vacío emocional, compulsiones o atracones que también deben identificarse, porque se solucionan de formas muy diferentes al hambre.

La próxima vez que sienta hambre pregúntese si su alimentación ha sido variada, considere la posibilidad de que esté faltando alguna vitamina, hidratos de carbono, alguna sal mineral, etc. En tal caso recurra a tipos de alimentos que no ha consumido últimamente. La idea correcta es alimentarse para que el organismo pueda cumplir con todas sus funciones, no sólo sumar calorías o cualquier otro atributo aislado de la comida.

domingo, 9 de agosto de 2009

Somos dueños de nuestros pensamientos

Nadie puede intervenir pensamientos ajenos, cada persona crea lo que quiere. Si pensamos depresivamente habrá tristeza. Si pensamos con esperanza y amor habrá una luz infinita en nuestro camino. Los pensamientos son tan propios y privados que nadie, por más daño que quiera hacernos, puede imponernos.

Si creamos los pensamientos propios, podemos también decidir, conscientemente, abandonar pensamientos de miedo, de rabia, de dolor. Y reemplazarlos por alegría, tranquilidad y gratitud.

¿Lo había pensado? Sólo usted define lo que piensa. Sea que elija ver la sonrisa o el gesto duro. Sólo usted.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Busquemos las sonrisas

Hace unos días estuve de compras en el supermercado donde habitualmente compro. Cuando pesé unas bolsas de fruta, la persona que me etiquetó los productos me devolvió una sonrisa ancha que iluminó el sector completo. Yo andaba algo triste, algo nostálgica. Y cuando vi esta luz, que me regalaba una persona que no sabía ni quién era yo, pensé que el mundo es una fuente inagotable de belleza, bondad, alegría y generosidad. Entonces desapareció mi nostalgia.

A veces caminamos por la vida tan concentrados en grandes problemas que nos perdemos esas sonrisas gratuitas y maravillosas. Ojalá podamos ir todos más despacio, para alcanzar a cruzar la mirada con la gente buena que ilumina los días. Ojalá podamos sonreír más, para iluminar la vida de otros y recibir de vuelta la mágica luz de una sonrisa.